Hubiera sido mejor más Tinelli

Pasó lo que tenía que pasar. El rey Midas volvió y el rating explotó a sus pies. Sus devotos demostraron nuevamente su fidelidad y sus enemigos más acérrimos arremetieron en el Twitter pegándole de entradita no más, de la mano del trillado error de creer que no se puede ser intelectual y mirar a Tinelli, y de que hacerlo mancha los diplomas. Perdónalos, Dios, no saben lo que hacen… El día que entiendan que entretenerse mirando la tele está bueno, que eso se puede hacer sin ser socio exclusivo de Animal Planet o el National Geographic, y que ver a una pareja bailar bien puede ser un paisaje maravilloso, quizás se den permiso para reírse de las payasadas del conductor o de aplaudir una salsita bien bailada, sin necesidad de comerse todo el cotillón que viene en el paquete llamado “Bailando”, como las peleas, los enojos, los plantones y hasta algún que otro insultito por ahí… Para eso está el zapping.







El lunes, a las 22.30, volvió “Él”, con demora, tardísimo, en un junio frío y cansado de esperarlo, y quedó claro, otra vez, por qué Marcelo es el mejor conductor de la tevé argentina. Toda la parafernalia que hubo a su alrededor podría haber faltado a la cita, y el rating seguramente ni lo hubiera notado. Porque Tinelli es ShowMatch y viceversa; porque la gente lo quiere ver a él, y si a su lado hay alguien que le hace la segunda, mejor… , si no, no importa.
Ahora bien, a veces tanta fiaca engorda, y a Marcelo, que iba a arrancar en abril, se le ensanchó demasiado la apertura: a mí no me gustó nada de lo que vino después de la genial presentación con la mini comedia junto a Florencia Peña y Dady Brieva, donde por fin vimos bailar al padre de la criatura. De factura impecable y con un cierre a pura facha tinelliana, si yo fuera Marcelo, lo hubiera terminado ahí. Así, con ese mismo trajecito para la envidia que nos regalaba la imagen hubiera entrado al estudio a hacer de las mías… Pero bueno, últimamente en Ideas del Sur se hizo costumbre montar un número en vivo, y en el del lunes se les fue la mano. Demasiado de todo. Y esa fórmula, tanto en tevé como en repostería, cae pesada… Trescientos artistas, diferentes danzas paralelas, un Piquín volando por los aires mientras una nena corretea, una mamá la busca y la pirámide humana nos tiene en vilo esperando una caída…Y todo, mientras el edificio de Ideas del Sur cambia de cara según los efectos de la tecnología. Too much. No se entendió nada y solo quedó en evidencia la intención de mostrar que tienen lo que todos ya sabemos que tienen: la mejor producción, talento y buenos coreógrafos. En un momento yo no sabía si estaba mirando la apertura de un certamen de baile, o la de los Juegos Panamericanos. Abundancia no es sinónimo de calidad y muchas veces, menos es más. Para ponerlo más claro, es como cuando tenés ese trajecito Chanel negro, que queda tan bien y elegante con los zapatos stiletto y que solo amerita el collar de perlas, pero vos, que te gastaste el aguinaldo en esa estola de piel, la cartera animal print, el brazalete de plata y el sombrerito de paño, te ponés todo junto y salís a la calle así de cargada y barroca, pero henchida de tanto ostentar. O cuando sabiendo que la compañera del matambre queda perfecta con papa, zanahoria y mayonesa, le empezás a sumar verduritas y condimentos hasta convertirla en una ensalada que más que rusa es cosmopolita…
Más allá de esa apertura musical en vivo, que podría haber sido muchísimo más corta, depurada, legible y hasta nula, el resto fue todo a fuerza de Marcelo, el hombre que todo lo que toca lo convierte en oro y que ya desde el vamos casi se agencia al que limpia el piso del estudio para tenerlo en el próximo “Bailando”. Lástima que la dupla con Flor Peña todavía no hizo reír, pero ya vendrá. El primer programa no alcanza, y estoy segura de que Tinelli no será menos que Marley a la hora de destormillarse de risa con la talentosa y controvertida ex Moni Argento. Del jurado, sin palabras: más de lo mismo, otra vez sopa…, pero por suerte llegó Antonio Gasalla, que le pondrá no solo su gracia a la hora de puntuar, sino un poco de cordura a tanto ego suelto.
Ahora es tiempo de sentarnos a ver bailar a los famosos, y a los casi desconocidos que serán famosos gracias a San Tinelli. Y de empezar la cuenta regresiva para saber cuánto durará Charlotte Chantal Caniggia en la pista si su madre, Mariana Nannis, no aparece. ¡Qué chica tonta, por favor! ¡Y encima, tiene menos gracia que Sofía Zámolo conduciendo! Igual, bienvenida, y gracias, Marcelo, porque ya me estoy imaginando tus previas con ella, con o sin su mamá, tratando de que diga algo más que “ji ji” o “no sé”. Dura tarea, pero después de Tito, sabemos que todo es posible en manos del rey de la televisión…
Por Marcela Tarrio

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